Aqui entre nos…


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Francisco Gil Leyva.  1922-1985.

Escritor, editor, periodista y fotógrafo

NOVIEMBRE 18 DE 2023

Francisco Gil Leyva nació en el municipio de El Fuerte un 22 de julio de 1922. Su padre fue Francisco N. Gil Ontiveros, y Dolores Leyva Gómez la autora de sus días; murio el 14 de julio de 1985 víctima del cáncer.

Fue un prestigiado maestro, egresado de la Escuela Nacional de Maestros, que a sus escasos 19 años comenzó a enseñar las primeras letras en Guamúchil en 1941. En este campo su clara inteligencia pronto fue pivote para llegar a ocupar la Dirección de la Escuela Secundaria Federal de Guamúchil.

En este lugar, entonces un pequeño villorrio pero ya con la pujanza que preludiaba un porvenir venturoso, conoció a quien, a partir de marzo de 1944, sería su esposa: la señorita Josefina Morales.

La pareja tuvo nueve hijos: Francisco Javier, Jorge Raúl, Héctor Enrique, Teresa, Rubén Elías, Luis Alfonso, María del Carmen, Benjamín Arturo y José Martín.

En 1946 es designado inspector escolar en el sur del estado, habiendo desempeñado un año antes el cargo de jefe de departamento de Parcelas Escolares de Gobierno del Estado de Sinaloa. En el puesto de inspector escolar supervisa, durante dos años, los municipios de Escuinapa, Rosario, Concordia y Mazatlán; en septiembre de 1950 es trasladado a Sinaloa municipio para el desempeño de tareas propias de su encargo; en 1951 el profesor Isidro Salas Barrón, entonces Director General de Educación, ofrece a Francisco la Subdirección Generalde esta importante dependencia oficial.

Este puesto lo desempeñó con responsabilidad y profesionalismo, hasta marzo de 1953, cuando el entonces gobernador Enrique Pérez Arce, solicita licencia indefinida al Congreso para separase del cargo. En todo este tiempo, Francisco Gil Leyva se daba tiempo para disfrutar dos de sus grandes pasiones: la lectura y el periodismo.

En agosto de 1953 fue nombrado secretario de la Escuela Normal del Estado, haciéndose responsable también, poco tiempo después, de impartir algunas clases en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio.

En 1958, a partir del mes de marzo, asumió por vez primera la Secretaría General de la Universidad de Sinaloa, en sustitución del licenciado Raúl Valenzuela Lugo; en enero de 1961 ocupó nuevamente esta elevada posición, entrando al relevo de Guillermo Cuen Blancarte; en 1962, en el mes de septiembre, es nombrado a la rectoría de la Universidad Clemente Vizcarra Franco y es designado Gil Leyva como Secretario General de la institución; en enero de 1963 tomó protesta el Dr. Julio Ibarra Urrea como rector y como Segundo de a bordo lleva a Francisco Gil Leyva en calidad de Secretario General. Cuatro veces ejerció este delicado puesto en reconocimiento a su capacidad para enfrentar situaciones apremiantes y de prueba para la institución de educación superior.

Era natural que por la experiencia adquirida en el tráfago cotidiano de tan alta responsabilidad, cupiera en su yo interno la aspiración legítima de dirigir los destinos de la Universidad; sin embargo, la designación para un nuevo período de tres años del Dr. Julio Ibarra Urrea, a partir de 3 de agosto de 1965, truncó este anhelo, no obstante el fuerte respaldo que tenía del sector estudiantil.

Como una opción alterna se abrió la oportunidad para que llegara a Rector de la Universidad, en calidad de interino, el licenciado Rodolfo Monjaraz Buelna y la aspiración de este sinaloense esforzado se diluyó.

Como periodista dejó páginas memorables, fruto de una formación en donde combinó la experiencia docente, la preocupación por los problemas de su entorno y su afición por la  historia.

Fueron la Voz de Sinaloa, El Sur de Sinaloa y el Sol de Sinaloa, los periódicos en los que escribió artículos punzantes y dio a conocer entrevistas que causaron revuelo.

En 1955 llegaría a ser director de “La Palabra” un periódico que lo forjó en las lides de la política y sus vericuetos. Hubo un tiempo también en el que incursionó en el periodismo radiofónico, contribuyendo a difundir temas de raigambre local.

La revista Letras de Sinaloa recibió también aportaciones de su pluma extraordinaria. En su faceta de articulista, ya hemos apuntado que nos legó su columna “Aquí entre nos”, entrañable por su fino humor,  uso juguetón y magistral de la palabra, capaz de llamar a las cosas por su nombre sin caer en el denuesto y el mal gusto.

Su estilo certero como bisturí de cirujano, causaba secuelas en ondas expansivas. Se considera el aporte más importante en este tipo de colaboraciones en la historia del periodismo sinaloense.

La política fue una práctica para la que su estómago no tenía la dureza requerida. En 1972 fue Secretario de la Presidencia del Municipio de Culiacán y su percepción sobre el comportamiento de la gente se agudiza, llenándose de decepción y desesperanza; el destape para la gubernatura en 1974, causó su estupor y perplejidad, pues de acuerdo a sus convicciones, la entidad requería en aquellos tiempos un hombre con un perfil diferente y no el que entonces se manejaba.

Su estilo singular creó una obra maestra para describir el comportamiento de los hombres en momentos políticos críticos, cuya expresión mexicanísima es conocida como “la bufalada”, utilizando de pretexto el destape de Antonio Toledo Corro.

Francisco Gil Leyva, Se dio tiempo para escribir textos memorables como El Rosario, ex real de minas, que publicó en 1949; Aportaciones para el estudio del habla sinaloense impreso en 1959; y Sinaloa la forja de un pueblo editado en 1976.

Junto con Enrique El Guacho Félix, Dr. Enrique Peña Gutiérrez, Reynaldo El Chacho González, Antonio Nakayama, Jorge Medina León, Alfonso L. Paliza, Antonio Toñico Pineda, Fernando O. Ramos, Roberto Hernández R., Manuel Tata Jiménez López, formó la generación intelectual del Sinaloa de los años cincuenta y setenta.

Ahora que la lucha contra el cigarrillo parece ganar terreno y al que Gil Leyva era afecto, a tal grado que minó paulatinamente su organismo, recordemos su estilo peculiar con este párrafo que nos legó en una de sus colaboraciones escrita en 1977, un doce de octubre: “Yo creo que mi admirado maestro de 5º año de primaria fue quien me indujo a fumar con su muy sabrosa manera de succionar el cigarrillo.

El sabor suavemente acre del cigarrillo tepiqueño Excélsior que el maestro succionaba con fruición y ademanes lentos, retardados, regustados, invadía el salón de quinto año, penetraba por los orificios nasales de los alumnos, y en los que ya fumaban, ponía en acción, re-acción, las glándulas salivales y provocaba degluciones de saliva fluente, con ligeros anudamientos en los músculos maxilares…No quiero criticar a nadie, pero creo que mi admirado maestro me enseñó a fumar”.

lúcida crónica del acontecer de Culiacán. En ellos narra la violencia citadina, la recuperación de los modismos regionales, la vida política, entre otros temas de los años setentas.

Bibliografía consultada: Francisco Higuera López, Cuarteto de Plumas, El Sol de Sinaloa-Difocur, 2006; Herberto Sinagawa Montoya, Sinaloa, historia y destino, Difocur, 2004.

En este espacio mis queridos lectores, tendrá usted el privilegio de leer, gozar, digerir y disfrutar de las amenas cronicas que nos ha regalado Francisco Gil Leyva; Cronicas de Culiacán, mis charlas con los paisanos, de su columna “Aqui entre nos”…


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