Quien ha elegido la profesión periodística, el Estado debe garantizar plena seguridad a sus actores para dar vigencia al mandato constitucional que la protege.
Viernes 6 de mayo de 2022.
Luis Enrique Ramírez, una víctima más de la terrible violencia que sacude al País entero. Sinaloa no es la excepción. Un atentado al periodismo y un ultraje a la libertad de expresión. La pasión por informar los sucesos que giran alrededor de la actividad gubernamental, de las complicidades con grupos organizados de la delincuencia profesional, quieren frenar que la nota se divulgue y se ponga al descubierto las alianzas que afectan la moralidad gubernamental. El periodista asesinado supo dar la cara con lealtad a su profesión.
La sociedad espera que la autoridad responsable investigue profesionalmente el hecho y no revictimice al periodista ultimado y le endilguen motivos que predispongan la opinión social como la causa probable de la agresión sufrida.
Los homicidios contra periodistas se siguen sumando. La organización gremial de comunicadores tiene también un reto para exigir que se esclarezca el asesinato y se castigue a los responsables. ¿Habrá confianza en una autoridad que en los registros de sospechosos encabeza la lista?
Si se revisa la estadística de periodistas asesinados preguntaríamos ¿Cuántos han sido esclarecidos? La respuesta reprobaría al ministerio público por su incapacidad para investigar y detener a los responsables que actúan en las sombras de cuyas armas brotan las balas criminales que quieren callar las voces que los corruptos no quieren escuchar.
Los homicidios contra periodistas siguen multiplicándose. La cifra es alta y los homicidas libres. La profesión impone riesgos elevados, sus notas objetivas y valientes los pone en la mira del delincuente.
Denunciar las complicidades entre autoridades y malhechores es un peligro latente.
¿Está en el gobierno la estructura criminal que no acepta la crítica y que ordena eliminar a quien se atreve a difundirla? ¿Funcionan escuadrones de la muerte? La Fiscalía Estatal deberá escudriñarlo en su investigación, pero la duda de que lo haga sigue estando presente. También es un hecho que corresponde a la fiscalía especializada para investigar los crímenes contra periodistas, su creación ha sido un completo fracaso y una simulación actoral.
La inseguridad que campea en suelo sinaloense está presente y difícilmente se irá. Los gobiernos se resisten a sanear las estructuras encargadas de combatir la inseguridad y desterrar la impunidad. Se aferran tercamente en un discurso vacío y ofensivo de que la criminalidad disminuye.
La autoridad se enfrenta de nuevo a desafíos que impone el mismo gobierno, la delincuencia organizada o ambos por la complicidad que los identifica, por eso también preguntaríamos ¿La investigación derribará todo tipo de muros de contención para llegar con los criminales?
¿Cuantos más? Lo dijo el periodista asesinado ¿quién sigue? La gravedad del suceso causó alarma general y encendieron de nuevo las luces del temor. El periodismo está de luto. Descanse en paz Luis Enrique Ramírez Ramos.
¿Usted qué opina?
