¿Avergonzadito de los viejos nombres, paisano? ¿Te dan más lustre los nombres extranjeros que impones a tus hijos, a esos mexicanos que traes al mundo y a quienes en el registro civil y en la pila bautismal los marcas de por vida con nombres de extranjería?
Con los machitos, ya dejaste de lado nombres como Agapito, Bruno, Cirilo, Damián, Eustaquio, Fabián, Gumersindo, Hipólito, Israel, Jonás, Lucas, Melitón, Nicéforo, Onofre, Pánfilo, Quirino, Ramón, Serapio, Toribio, Urbano, Valentín, Zacarías. Pero, pase, pues no has cometido el atropello de sustituirlos con nombres de extraños al santoral y a la tradición.
El desvarío extranjerizante lo exhibes, paisano, con los nombres de las mujercitas, pescados al vuelo en las telenovelas y en las cursis novelitas de la Corín Tellado; ya tus hijas no se llaman Adelaida, Bibiana, Cruz, Dorotea, Eulalia, Filomena, sino que las desarraigas con nombres como Cynthia Lizette, Margot Haydee, Erika Elizabeth, Myrna Dorothy, Karla Claudeth, Yahara Minerva, Aliria Ivonne, Nancy Merina…
¿ Te avergüenzas, paisano, de los nombres de nuestras madres y abuelas: Hortensia, Inés, Josefa, Loreto, Maclovia, Natividad, Olegaria, Petra, Felipa, Remigia, Soledad, Teófila, Ursula, Zenaida?; sí que te avergüenzas paisano.
Y, pensando en la nota social, supuestamente encumbradora, les asestas a tus hijas nombres tales como Isis Evelyin, Tania Karine, Edideth Orietta, Gladis Kessia, Claina Lizbeth, Vlakar Uzziel.
¡Ya párale, paisano ¡ ¡ Párale, por amor de Dios ¡