INFORMACIÓN Y LIBERTAD CIUDADANA


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Valor esencial en un País libre es que los ciudadanos tengamos tribuna y plena libertad para manifestarnos haciendo efectivo un derecho que nuestra Carta Fundamental nos otorga.


Como imperativo, respetar los límites que se nos impone ejercer esa libertad.  Los derechos de terceros para no exponernos a las sanciones que dicta la ley.

¿Reprochar la conducta de un servidor público es atentar contra los derechos de terceros?

Yo creo que no. Los que tienen el deber de administrar correctamente los recursos públicos tienen que ser sometidos al escrutinio certero de una sociedad dolida y ultrajada.

Exhibir los actos deshonestos de quien tiene la obligación de transparentar la debida aplicación de los recursos públicos, debe ser materia de persecución policial y pública, ¿para callar las voces que pongan al descubierto hechos materia de corrupción?

Dar vigencia a la libertad a ese derecho, es caminar por terrenos peligrosos. Todo señalamiento que ponga al descubierto posibles actos de corrupción en el quehacer
público causa molestia. Los riesgos de sufrir represalias por el atrevimiento de publicitar la corrupción como denuncia ciudadana, se inscribe en la página de lo posible.

El malestar se convierte en amenaza. Fueron muchos años de silencio y de temor. Se solaparon arbitrariedades y un gran número de funcionarios se enriquecieron al amparo del poder. Se tejieron redes de complicidad entre las autoridades, particulares y delincuentes para llevar al País a la situación de penumbras en que ahora se encuentra.

Remover esa lápida, es destapar la cloaca en que se sumergió al País. Ciertamente, para limpiar, habrá que destapar, cuidando que lo haga no confronte abiertamente, pero que castigue de manera ejemplar.

La sociedad se manifiesta porque quiere cambios, exige porque está molesta, demanda empleo, salud, paz y tranquilidad y no la encuentra. La autoridad está ocupada en conflictos que no le han permitido atender esa exigencia social.

Es momento para decir a los aspirantes que quieren gobernar, que se preocupen de verdad en atender lo que la sociedad demanda.

La política, no es un instrumento para ofender, es una habilidad para convencer.

El que agrede y ofende, cree que gana adeptos y votos para vencer. Son actuaciones corrientes que no solo enturbian la limpieza de una elección, sino que ensucian la imagen y la confianza de quien habrá de gobernar. Destierren ese modelo de combate en una elección.

La sociedad quiere argumentos que tengan carne y hueso, que se proscriban discursos anémicos e hirientes, desea respeto entre los contendientes y que exalten su hombría de bien, son principios que el político debe abanderar y ganarse la simpatía social. Difícil verlo, pero posible hacerlo.

La sociedad no es tonta, quienes participan en una elección, algunos ya son señalados por los diversos conflictos de interés y compromisos que los distinguen. Por ese motivo, debemos cuidar y votar por quien merezca nuestra confianza para gobernar.

Ninguno de los contendientes está seguro de ganar y ojalá que el ring electoral no lo ensucien con la ofensa y la agresión. ¿Usted qué opina?

2021, votemos por opinar con plena libertad.

 


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