LO DIJ0 MONTOYA, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2022.


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MÁS FUERTE 4° PARTE


Por: Roberto Montoya Martínez

Miércoles 7 de septiembre de 2022.

Tania comenzó a platicar la tragedia que sufrió hace 20 años. Su tío por una cuestión circunstancial, la ultrajó, no llegó a la violación, pero si la agredió a ella en tres momentos.

Quien iba a decirle que a la persona que vería con ojos de amor, ahora lo ve con asco y repugnancia. Su madre se enteró y no vaciló en defenderla, aunque para ello se abstuvo de acudir a un encuentro familiar para no toparse con el infeliz que agredió a su hija.

Llorando de impotencia nos platicó a detalle esta historia tan sórdida, digna de un guión cinematográfico.

Y no lo digo con sorna, sino que historias como estas merecen ser contadas para prevenir a todas aquellas jovencitas que como Tania, tenían al enemigo en casa. Por cierto, su relato todavía no ha terminado.

RECONCILIACIÓN

“Cuando mi madre supo lo sucedido con…de alguna forma hay que llamarlo, mi “tío”, vi en ella a una mamá protectora, defensora, con ganas de matar al individuo que abusó de mi persona.

En lo que llegaba a Culiacán, me enviaba mensajes que decían –quiero estar cerca de ti, quiero protegerte, estar contigo, ser tú mi prioridad- Curiosamente, surgió en ella ese espíritu protector cuando me marché de casa a los 28 años a seguir mi camino.

Tras el encuentro lloramos las dos, ahí se dio ese acercamiento, esa conexión con mi madre, más quería que supieran mi abuela y mi tía, lo cual estaba escrito en la libreta. Mi madre, montada en fiera, culpó a mi tía de lo que había pasado, y toda su rabia contenida la volcó hacia a ella, en contra partida yo la tenía en un altar, cual si fuera una santa, era mi mejor amiga, daba la cara por mi cuando mi mamá me traía de encargo, etc.

Entonces tomé la decisión de decirle eso a mi tía de viva voz antes de que mi madre se le eche encima. Para mi buena suerte tenía terapia psicológica. Abordé la nueva conexión que tuve con mi madre y la terapeuta me hace la siguiente pregunta -¿Piensas denunciar a quien abusó de ti?- la respuesta fue NO, mi deseo era que mi tía se diera por enterada”.

TRAICIONADA POR MI PROPIA TÍA

“Entonces, me armé de valor y decidí hablar con mi tía. Era un 4 de mayo y le envié un mensaje pidiéndole audiencia, ella acepta y pregunta -¿Qué te pasa? Me preocupas- yo le contesté –Algo del pasado que te quiero contar- Ella me recomendó que para poder charlar que ya estuviera instalada en el apartamento, o en su defecto en la iglesia, pues te repito, ella profesa la fe cristiana.

El contacto fue por video llamada, me faltaban 40 minutos para dar consulta. El escenario fue mi consultorio.

Por lo breve del tiempo de espera, me dije –Si me la echo- Instalé el teléfono en el tripié, comenzó la video llamada, y como tenía mi dicho en la punta de la lengua le comenté palabras más, palabras menos –Tía. Fui abusada por tu esposo cuando tenía 11 años de edad- Ella quería saber detalles. Y yo, hecha un mar de lágrimas le comenté los tres episodios en los que versaba el abuso de ese proyecto de hombre, porque ni a hombre llega.

Ya habiéndole dicho todo, ella me dijo –Permite que procese lo que me acabas de decir- y yo le pregunté -¿Esto afectaría nuestra relación?- No, ella contestó –Algo bueno ha de salir en el nombre de Jesús- Por fin sentí alivio porque mi tía ya se enteró.

Tenía sentimientos encontrados, pues estaba entre mi niña herida y mi yo adulto. Desde que destapé la cloaca me dividí en las dos partes.

Ya pude descansar, pues ese era el deseo de mi niña lastimada. Pues ¡Chúpale pichón! Un jueves, al salir de consulta diez minutos antes de lo acostumbrado, me fui en coche a mi casa, cuando de repente me habla mi tía que quería hablar conmigo.

Le dije que iba camino a casa, que estaba en un coche de aplicación y que estaría en el apartamento en 10 minutos. Recuerdo que el coche hizo alto en un semáforo, estaba en la avenida Doctor Mora, cuando recibo la llamada de mi tía.

Ella me dice que le platicó todo a su esposo, y que él simplemente no recuerda NADA. Me puse en shock, casi a punto de llegar a mi casa en un coche de aplicación. Ella me dice que el susodicho quiere hablar conmigo, a lo cual respondí –Yo no tengo nada que hablar con ese señor.

Te lo dije a ti por tal de que me escucharas- Rematé diciendo que si tanto interés tiene en platicar conmigo ¿Por qué no me habla? Mi tía puso en la bocina a ese pervertido, con solo escuchar su voz me puse en shock, pese a ello no corté la comunicación.

En el trayecto del semáforo a mi casa, escuchando la voz de quien abusó de mí, pagué al operador del coche, me metí a mi casa y listo.

Todo eso lo hice de manera automática. Abrí la puerta del condominio donde vivo, subí las escaleras, y el muy cínico todavía me preguntaba -¿Qué cosas te hice yo para que me odies tanto?- Le refresqué la memoria, platicándole los tres episodios, huelga comentar los detalles, tras lo anterior, con un descaro tal me pidió perdón, que no supo lo que hacía, que era al calor del momento.

Deberían darle un Oscar por su actuación, se escuchó fingido y falso como político en campaña. Y encima se atrevió a decir –Quería lo mejor para ti-Mi tía le comentó algo, pues tenía el aparato en altavoz. Le dije -¡Tía cállate la boca! No entres en su defensa- el mequetrefe ese me quiso cambiar la pichada, argumentando que lo que me hizo no fue intencional.

Ahí comenzó la procesión. Me estaba muriendo por dentro. Caminaba por inercia, estaba sumamente nerviosa, pese al shock no perdí la perspectiva, y airada le dije al señor- ¡Claro que fue intencional! No estoy diciendo mentiras- hubo un momento en que dudé de mí.

Cuando ese maldito bastardo me tildó de mentirosa me dije -¿He sido capaz de inventar semejante cosa?- No. Lo tengo en mi memoria, lo tengo en mi cuerpo. Bloqueé esto en mi mente, pero no en mi cuerpo.

Entonces, estallé en cólera, me llené de rabia e indignación, y lo que acerté a decir en la maldita llamada que duró más de lo normal, me dice este tipejo -¿Qué hago? Aconséjame qué hacer- entró ahí la profesional de la salud mental, y le dije –Analiza las conductas sexuales de porqué la sobrina de tu esposa te ha dicho todo esto- y terminé colgando. Y todo mi coraje me lo tragué. Para variar”.

Y DE NUEVO, VOLVÍ A CALLAR

“El 5 de mayo le hablé a una amiga y le comenté lo que había sucedido, tenía que sobrellevar la situación de la mejor manera.

Tenía que reírme de la situación pese al dolor que llevaba dentro. A mi tía no la bajé de estúpida por el desatino que cometió al ponerme en la bocina a ese señor. Pasaron los días, vi a mi abuela y tomé la resolución de decirle la verdad, a lo cual mi mamá se opuso. Yo le dije –Ya comencé con esta mascarada, ahora la voy a terminar- Se enteró mi mamá, mi tía, mi tío Raúl, casi toda la familia supo de lo ocurrido, menos mi abuelita.

Mi madre insistía en que me callara la boca porque a mi abuela le daría el soponcio. Tuve que fingir otra vez más. Cuando la vi en Culiacán, mi tía le llama por teléfono, pues era el día de las madres en E. U. A. la plática fluyó normal, puse el teléfono en alta voz porque mi abuela no puede oír bien. Mi tía pregunta si me llevó un chavalo, cuyo nombre me reservo pero sabes de quien hablo, dijo que sí.

Y se me revolvió el estómago, pero tuve que disimular ante mi abuelita, y me dije a mi misma –Sigue con la farsa, no es la primera vez que lo haces.

Disimula, haz como si no pasara nada- Ya sí pasaron los días hasta llegar el 10 de mayo, mi mamá y mi tío se marcharon, y yo comiendo camote, disimulando ante mi abuela, risa y risa como loca. Yo me dije –Contente.

No es el momento- Al llegar a casa de mi abuela, mi mamá me increpa diciendo que no le diga nada a mi abuela, que mi tía y ella ya platicaron. Yo dije que no iba a soltar la sopa en ese día. Fue un acuerdo.

Llena de rabia me fui al baño a hacer catarsis. De nueva cuenta me volví a poner en modo –No pasa nada- y como se me da mucho el mentir para convivir, no me iba a costar trabajo entrar a esa maldita dinámica”.

HAY QUE CORTAR EL MAL DE RAÍZ

“El 17 de mayo hago un curso en línea llamado EL ORIGEN DE LA FAMILIA DEL TERAPEUTA. Yo reuní toda la información relacionada con mi familia, sus detalles, la comunicación que existe, todo un genograma.

Quien estudia Terapia de Familia sabe perfectamente de lo que hablo. Yo continúe en esa dinámica, aparte de que lo ameritaba el curso, sufrí mucho tiempo, lloré muchas veces, abrí heridas que no estaban del todo cerradas, escarbé en el pasado, y ese 17 de mayo no podía conmigo. Sufro de ansiedad, pero esta alcanzó niveles por demás álgidos.

No podía más, estuve inhalando un aceite para poderme sostener, y le dije a la terapeuta –Vine a hablar de mi familia porque yo fui víctima de abuso sexual-Lo traía en la punta de la lengua. La dinámica de hablar de mi familia con otro terapeuta, cuando retomo el pasaje de la llamada telefónica con mi tía y ese señor, conecté con el dolor, nunca experimenté nada igual, la quintaesencia del dolor en todo mi cuerpo, como si me hubieran hecho el águila de sangre, es decir, abrirme de tajo la espalda, separarme las costillas y sacarme los pulmones.

La terapeuta me preguntó – ¿Qué le quieres decir a tu tía que no le dijiste? No recuerdo las palabras procaces que salieron de mi boca para insultarla, -Eres una imbécil, desgraciada, ¿Por qué me pusiste en la bocina a este mal nacido? En cuanto a ti maldito hijo de perra, ¡Mal rayo te parta infeliz bastardo!…Hice catarsis, y del puro coraje contenido comencé a golpear la mesa, y tras golpearla comencé a conectar con esa rabia contenida, con ese dolor tan profundo, y me desvanecí en la silla.

Entonces la terapeuta me dijo –Tu tía te ha agredido- mi tía me ha agredido, ella me puso con el abusivo canalla que me lastimó.

Ella me aconseja lo siguiente -Corta el árbol- Dentro de lo que son en sí terapias familiares, puedes cortar la rama del árbol genealógico que está podrida. ¿Me explico? Ellos cobran presencia en mi vida porque están vivos, pero desde mi corazón, todo vínculo que me ataba a ellos se rompió. Ellos son la rama podrida de ese árbol. Se ha quebrado ese cariño que sentía por ellos, y no hay nada que hacer.

Ahí conocí el verdadero significado de la palabra dolor. Cuando vivo el duelo tras romper relaciones diplomáticas con mi tía, porque aunque siga viviendo, para mí ya está muerta, entré en una crisis depresiva tremenda.

Llena de coraje, resentimiento y tristeza me sumí en mi dolor, me descuidé, no me arreglaba, entonces me cayó el veinte, y pedí socorro a todos mis amigos. Tenía necesidad de sentirme escuchada, acompañada.

Ya estaba dando señales que necesitaba ayuda. Hubo un tiempo en que tenía que fingir y mentir para convivir, ahora, ya no. Ese tiempo ya se acabó”.

La llamada de auxilio de Tania sirvió para que la escucharan. No podía más callar. Juntó todas sus fuerzas, trató de no llorar, pero la rabia y la impotencia no podían contener el raudal de su llanto. Pero al menos está descansando y logrando sanar las heridas que le dejó el ser víctima de abuso sexual.

El mostrarse vulnerable y sacar fuerzas de flaqueza la han hecho más fuerte. En nuestra próxima entrega sabremos de las acciones que tomó ella no solo en relación a su caso, sino también para su vida, porque ella ya no va a mentir para con vivir. ¡Ya no más!


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