La mujer en la seguridad pública le impone retos, dignifica la función y la enaltece. Es necesaria.
Jueves 28 de abril de 2022.
Ha sido una lucha constante. La actividad policial es ruda en su formación, pero humana en su función. Impone disciplina y lealtad a la profesión. Había sido una posición de hombres, pero el avance de la mujer en las diversas actividades productivas y de la política, la llevó a las instituciones policiales.
En una agrupación de hombres, la llegada de la mujer fue vista por mucho tiempo como una atracción sexual y no de compañerismo. En muchos casos ha tenido que ceder al acoso en su trabajo. La necesidad y la amenaza del castigo o del despido, la han hecho ceder a las pretensiones de los mandos en ese tipo de instituciones.
El silencio ha sido el peor de los cómplices en la mujer policía. El acoso lo han tenido que tolerar. Lo viven desde su formación policial. La academia es un reto. No siempre ha estado bajo la dirección de civiles, la presencia militar en ese tipo de centros ha sido una constante en la proliferación del acoso. El problema existe y deberá ser erradicado.
Este es un trabajo para la secretaría de las mujeres. Su función no es para exigir programas y se procure evitar el feminicidio. El acoso que afecta diariamente a la mujer policía es muy grave y de atención inmediata. La denuncia no es común, se pone en riesgo su propia seguridad y la estabilidad en su empleo.
Prevenir ese flagelo es inmediato y necesario. Los mandos militares han contribuido en que este problema se extienda. Hubo un gobernador cómplice. El que hizo entrega a la milicia, de las instituciones policiales del estado y municipios.
Quirino Ordaz en complicidad con el exconvicto exsecretario de la defensa nacional, solapó, porque no castigó la denuncia que hicieron pública un grupo de mujeres adscritas a la secretaría de seguridad pública estatal de ser víctimas de acoso por los mandos militares, pero no hizo nada. A los responsables, les pusieron cargos, nombres y apellidos, la sanción nunca llegó, solo los cambiaron de adscripción.
Es un hecho que las mujeres en las corporaciones de policía viven diariamente, como el caso que alertó a la sociedad sinaloense ocurrido no hace mucho en los Mochis en los que una mujer policía se atrevió a denunciar la situación de acoso que vivió y tampoco se supo en qué terminó ese atentado a la dignidad de la mujer.
¿Se intervendrá para evitar ese abuso que lesiona la dignidad de la mujer? El castrense es proclive al hostigamiento y al acoso. Tampoco expresa respeto al trabajo policial. Formas de obtener información las tienen de sobra. Es cuestión que se lo propongan y llegue la justicia a mujeres sin protección.
La mujer policía, es jefa de familia, es ama de casa, es una contribuyente de la tranquilidad social, pero sobre todo es una servidora pública que merece respeto y consideración. Continuamente se les acosa, por desgracia algunas han tenido que ceder obligadas por la amenaza y la necesidad de conservar su empleo.
Se ha llegado a intimidad que, si no hay respuesta a la pretensión insana del mando policial, los resultados en las evaluaciones de control y confianza les podrá perjudicar. Los centros de evaluación y control de confianza están también bajo el control militar.
¿Dónde ha quedado la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia? ¿Quién se ha preocupado de darle vigencia? Su contenido es muy interesante, pero si no hay autoridad que la promueva y exija que se cumpla los problemas de la mujer en las instituciones policiales seguirá siendo un factor de discriminación y desigualdad.
¿Quién se preocupará para evitar esos males? El Gobernador está convencido que la mejor opción para dirigir las corporaciones policiales son los mandos militares. Que lamentable que ese hecho esté ocurriendo y que no haya autoridad que lo sancione. Alcen la voz, seguro que será escuchada.
¿Usted qué opina?
