LO DIJO MONTOYA… 18 DE JULIO DE 2021.


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EL MEJOR DE TODOS



Por. Roberto Montoya Martínez

 

Esta vez les escribo con dolor. Mi crónica tiene matices de tristeza. A quien le debo parte
de lo que tengo y lo que soy, humildemente dedico este artículo. Pocas veces comparto
pasajes de mi vida privada. Pero en esta ocasión, bien lo vale, pues voy a contarles lo que
fue la vida de un gran hombre que supo ser padre, amigo, hermano, hijo. Todo nos dio y
cuanto nos dio fue sin condición. Poor eso se ganó el respeto de quienes tuvimos el
privilegio de compartir este plano con él. En palabras de Los Hollies: No era una carga, era
mi hermano.

Jesús enrique Montoya Martínez vio la luz primera el 5 de octubre de 1966. Desde los 14
años fue operador de tráiler. Fue el decano de los traileros de su generación. Tenía por
mote EL QUESO, dada la blancura de su tez. Como todo buen trailero recorrió la legua. Era
un hombre generoso, solidario y muy servicial. No le importaba quedarse sin dinero, pues
para él, ayudar a la gente le generaba satisfacción. Siempre fue un hijo muy amoroso.

Nunca dejó de demostrar a la familia cariño y afecto. Vacilador como él solo. Siempre veía
la vida con humor. Después de cada viaje compartía no solo su presencia, sino golosinas,
chunches y gaseosas. Era un hombre feliz. Pero en esta vida no hay felicidad completa. La
mañana del 27 de junio al amanecer, sufrió un percance automovilístico, el cual lo dejó
maltrecho. A partir de ese momento luchó por su vida con denuedo. Todos fuimos
testigos de su amor a la vida. Quique, como le decíamos de cariño, tenía un corazón tan
grande que no le cupo en el pecho. La noche del domingo 11 de julio abordó un tráiler
plateado, nuevecito de fábrica. Dicho camión lo comenzó a manejar, emprendiendo un
nuevo viaje, con la diferencia de que de este no va a regresar.


No es porque yo lo diga, pero se ha ido el mejor de todos. Supo ser padre, amigo,
hermano, hijo y hombre, todo un hombre. El día de su partida, sus compañeros de
andanzas lo llevaron hasta su última morada, recibiendo el homenaje de sus colegas de
profesión, siendo despedido con un status similar de un jefe de estado. Un gesto noble a
la par de conmovedor. Lo que mi hermano se merece. Tu pilar de tabiques esperará tu
regreso para que fumes tu habitual cigarrillo mañanero. Cada vez que me cene una
quesadilla, me acordaré de ti, puesto que era tu plato favorito. No solo nosotros
lamentamos tu partida, hasta los perros te despidieron con lágrimas en los ojos y tristeza
en el corazón. Y bien, eso fue todo. Hacia allá donde estás, este artículo es acaso, un
humilde tributo, fruto de tu paso por esta tierra. Como corolario de este relato, citaré lo
que mi padre Rodolfo Montoya solía decir: EXISTE UNA ANTIGUA LEYENDA, QUE EN UNA
PEQUEÑA ISLA LEJANA, MÁS ALLÁ DEL DOLOR Y LA TRISTEZA, NUESTROS SERES AMADOS
VOLVERÁN A REUNIRSE. Tengo la certeza que algún día nos veremos en ese lugar de
ensueño. No te decimos adiós, sino ahí nos vemos al ratón.
POR TODO LO QUE NOS DISTE Y LO QUE EN VIDA FUISTE

MUCHAS GRACIAS JESÚS ENRIQUE MONTOYA MARTÍNEZ “QUESO” DONDE QUIERA QUE
ESTÉS
(1966-2021) Q. E. P. D.


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