AQUI ENTRE NOS… 8 DE NOVIEMBRE DE 2021.


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Yo también fui niño


 

Aunque mis nietos, viendo mi calva y semblante enjuto, rechazan la idea de yo también haya sido niño, pues sí que lo fui, y también “escuelante”-como decía la rustica cocinera de mi casa-, y como tal tuve una media docena de maestros.

Una maestra joven, guapa, animosa, que me abrazaba con ternura, ante la mirada envidiosa de los alumnos granujientos, mozalbetes. Una segunda maestra de voz maternal, enemiga de castigos, prohibidora de apodos y alerta en el retraso de un alumno para acudir solícita al empareje.

Un maestro mocetón, de baño diario en verano y en invierno, oloroso a talcos y lociones, de camisas y calcetines de sedosos brillos, que aprovechaba toda oportunidad para darnos el sobón y la apretujada, con beso rápido, furtivo. Otra maestra: cincuentona, pintarrajeada como payaso de circo, soltero, burlesco, sádico, de voz atiplada, como silbido alertante de caldera en su punto máximo de presión.

Otro maestro: con señorío, de hablar pausado, explícito en la disertación, que lograba provocar y retener la atención de sus alumnos y que mantenía la disciplina sin castigos ni reprimendas.

Y mi maestro de 6to Grado: cincuentón, canoso, con dotes didácticas, de amonestación suave, y cuya única mácula, según vox populli dei, lo constituía que viviera en pública y gozosa mancebía con moza retinta, venida de los esteros y las marismas, de carnes firmes y abundantes.

Sí, yo también fui niño, aunque mis nietos no crean viendo, mi calva y mi semblante enjuto.
Julio 20 de 1977


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