Un juego planeado desde que Rubén Rocha Moya apareció como candidato oficial de Morena para contender por la gubernatura del Estado. Apoderarse de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Primero utilizó al Partido Sinaloense que le fuera impuesto desde la dirigencia nacional de Morena. Necesitaba de esa fuerza política pero su soberbia no le permitía reconocer la gran utilidad que recibiría ante un partido morenista que carecía en el Estado de la estructura política para operar la elección.
Sin esa participación pasista el éxito electoral pudo haber sido más complicado, pero fue suficiente para arribar con los votos necesarios para triunfar. El ganador de la elección le reconoció al Partido Sinaloense la gran aportación realizada para asegurar el éxito electoral.
La tranquilidad política podía asegurarse en aquellos momentos, pero las mieles del éxito pasaron del dulce al sabor amargo de esa alianza convenida. Rompieron el compromiso político con el PAS y después arreglaron la mesa para desarmonizar la iniciativa de Ley de Educación Superior de Sinaloa que el testaferro Feliciano Castro desde el Congreso quería ir por el control político de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Se quiso imponer la Ley al Rector Madueña, pero éste se negó. Ese rechazo encolerizó al Gobernador y a partir de ese momento se inició la persecución política en contra del Rector y de otras autoridades universitarias, a través de acciones represivas y arbitrarias de la Auditoría Superior del Estado y de la Fiscalía General en complicidad con el Poder Judicial.
Las carpetas de investigación aparecieron, aunque la ASE, la UIPES y la Fiscalía no tuvieran, como no la tienen, competencia para auditar los recursos propios de la UAS, y para darles credibilidad compraron la dignidad de algunas empresas periodísticas para difamar perversamente a la Universidad Autónoma de Sinaloa y a sus autoridades calificándolas de corruptas.
En los inicios del conflicto desorientó a la sociedad, pero poco a poco las fichas del ajedrez oficial se fueron desarticulando al grado de provocar reproches al gobierno por la torpeza política de manejar el conflicto perversamente contra la Casa de Estudios más importante del Estado y del Noroeste del País.
Eso no importó al gobierno, aun así, se judicializaron carpetas de investigación por delitos fabricados por la Fiscalía estatal, motivo por lo que los tribunales de amparo determinaron que los delitos de abuso de autoridad deben extinguirse porque la Auditoría Superior del Estado no tiene competencia para auditar los recursos propios de la UAS.
Los Jueces de Control, obligados por el Gobierno, se niegan a respetar las resoluciones de los Tribunales Colegiados escudándose porque no son sentencias definitivas. Los lineamientos constitucionales son muy claros y aun así la Fiscalía y los Jueces continúan con la amenaza de remover al encargado de la Rectoría Robespierre Lizárraga Otero.
Esa persecución clara y abierta no arrodillará a las autoridades universitarias ni ceder bajo ninguna circunstancia a la presión intervencionista del Estado para violentar la autonomía universitaria de la Universidad Autónoma de Sinaloa. La lucha se intensifica.
Las fichas del ajedrez no se han movido porque no hay inteligencia ni estrategia, de un gobierno que lo ha rebasado su soberbia y perversidad política. La respuesta de su oponente ha sido más contundente en los resultados porque la Ley de Educación Superior de Sinaloa está muy cerca de votarla del ajedrez político del gobierno.
La persecución política ya quedó descaradamente al descubierto con la revisión de medidas cautelares en el proceso de abuso de autoridad del pasado 17 de este mes, ya que no esperaban que el Dr. Robespierre Lizárraga Otero hiciera uso del derecho para nombrar a sus defensores, y eso fue lo que hizo, consideró prudente nombrar a otro, y ¡oh sorpresa!, el Juez de Control difirió la audiencia cuando pudo haberse celebrado con la presencia del Dr. Jesús Madueña Molina, pero como ya está removido del cargo rectoral, a quien interesaba era a Lizárraga Otero ¿más claro?
La UAS no se toca, la autonomía universitaria se respeta.
¿Usted qué opina?