NO, GOBERNADOR, SINALOA NO ES UN ESTADO SEGURO


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La situación de inseguridad en Sinaloa es intolerable y, aunque no se admita por el Gobernador, los ciudadanos continuamente estamos en riesgo de ser víctimas del delito.

No justifica ni alienta a la ciudadanía, el hecho de que, al homicida del Gobernador indígena asesinado en el Municipio de Choix, haya sido detenido, lo recomendable era que no hubiese ocurrido esa muerte.

Haber detenido al responsable del delito es de los pocos que quedan registrados dentro de ese uno por ciento que se resuelve, porque el desastre es la cifra altísima de hechos sin resolver sin contar la cifra negra del delito.

La estadística de homicidios, femicidios, levantones o desaparición forzada de personas, lo sabe muy bien que es una cifra muy elevada. Ello quiere decir que Sinaloa no es lo suficientemente seguro como lo afirma.

Habrá que admitir que ese discurso gubernamental resulta obvio. Las autoridades lo que menos quieren escuchar es que se les exhiba como un estado en el que los delitos tienen rebasado al gobierno.

No pude ser tan seguro un estado cuando las corporaciones de policía están desmanteladas. No hay capacidad reactiva cuando se denuncia un hecho porque no se atende. No hay policía suficiente. La Universidad de la Policía ha sido un fracaso.

Los patrones culturales de orden y de rechazo a los comportamientos antisociales no es algo que caracterice a un buen número de sinaloenses. Sabido es que los desfiles de gente armada es un hecho inocultable en las ciudades de todo el estado. Calles urbanas de ciudades y pueblos y caminos rurales son parte de esos desfiles que no son molestados por el gobierno.

No puede ser tan seguro una ciudad o el estado, cuando con facilidad se producen levantones o enfrentamientos entre grupos armados sin respetar zonas urbanas o de presencia de personas y nadie es detenido.

La seguridad no es producto del discurso gubernamental. La seguridad debe percibirse, sentirse por el ciudadano, pero esa sensación de seguridad está muy lejos de que la población lo perciba. No puede ser un estado seguro si por cada cien delitos que se cometen solo se resuelve uno.

Las calles están atestadas de gentes que producen temor. La población tiene miedo de verles la cara. Los cañones de los fusiles se alcanzan a ver en el interior de los vehículos y los ciudadanos disimuladamente se voltean para no delatarse de que han visto esos instrumentos de guerra delictiva.

Por eso es falso que Sinaloa sea un estado seguro. Cuando el ciudadano observe que todo delito que se cometa se detenga al infractor y se le castigue puede que estemos en el inicio de aceptar que las autoridades están cumpliendo con su obligación.

También la confianza ciudadana será una realidad el día que aparezcan los rondines policiales con la debida regularidad para transmitir esa percepción social que se ha perdido desde hace muchos años. Una policía presentable que inspire confianza y de trato y colaboración respetuosa con la población. Una policía profesionalizada.

La presencia policial es un elemento disuasivo, es una forma de inhibir el delito. Es mandar el mejor de los mensajes de que el gobierno está interesado en la seguridad ciudadana. Pero a como están las cosas, decir que Sinaloa es un estado seguro es una expresión utópica.

Es falsa.
Falta una estrategia de seguridad y no la hay porque no interesa. El delincuente ha sido consentido por casi seis años por el gobierno federal y casi tres años en el estatal. Si la estrategia de seguridad, que no la conocemos, no ha funcionado, Sinaloa es un estado fallido. La sociedad continuamente está en riesgo.

La UAS no se toca, la autonomía universitaria se respeta.
¿Usted qué opina?


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