UN DÍA DESPUÉS DEL MAÑANA.
Por: José Antonio Servin.
7 de Junio del 2022.
“Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada”
Despues de este pasado domingo 5 de Junio mi conclusión es que todos los seres y entes que nacen, crecen, se desarrollan, y mueren, de la misma manera el PRI nació, se consolidó, se desarrolló, comenzó su declive, y ahora después de enfrentar varias agonías, muere.
El PRI nace en medio del caos postrevolucionario, en donde pasamos del todos contra Porfirio Díaz a todos contra Victoriano Huerta, hasta el todos contra todos. Ahí nace el PRI con el nombre del Partido Nacional Revolucionario en 1929, para tratar de aglutinar y ordenar a la clase política nacional para dar cohesión al país y evitar más caos y asesinatos.
El PRI continúa su desarrollo y en 1938 con el nombre de Partido de la Revolución Mexicano, bajo la batuta del general Lázaro Cárdenas, el partido alcanza su mayoría de edad al incluir una amplia base social obrera y campesina, y al establecer un mito fundacional como el nacionalismo revolucionario, comenzando un despegue extraordinario que se consolida en 1946, cuando asume el nombre de Partido Revolucionario Institucional, el cual como sus siglas lo indica busca institucionalizar un Estado de Bienestar fruto del movimiento revolucionario de 1910.
A partir de entonces, con el petróleo y la compañía de luz como empresas estratégicas, el mito fundacional del nacionalismo revolucionario, un programa económico de sustitución de importaciones, una cohesión a prueba de balas, el PRI alcanza su plenitud al mismo tiempo que México crece a tasas de seis a ocho por ciento anual, en un período conocido como el desarrollo estabilizador, que causaba admiración a propios y extraños.
Sin embargo, todo lo que nace tiene que morir. Cuando mejor estaba el PRI, en su momento de mayor plenitud, es más cuando México se preparaba para mostrarse al mundo como el primer país en vías de desarrollo en organizar unos juegos olímpicos el 10 de octubre de 1968, sucede lo increíble, el PRI se da un balazo que pasó cerca del corazón, se aventó por la azotea de la casa, se tiró a los rieles del tren, se aventó al metro y quedó sumamente lastimado al asesinar a los jóvenes estudiantes en la masacre del 2 de octubre de 1968, las flores perecen cuando se riegan con sangre.
El 2 de octubre de 1968 nunca se olvidó y la canción de Ojalá de Silvio Rodríguez resonaba desde el auditorio nacional abarrotado hacia todas las conciencias de México, marcando el día exacto del punto del quiebre del PRI.
El día en que los integrantes de un partido político asesinan a sus vírgenes, a sus inocentes, a sus idealistas, ese día anuncian su despedida, ese día se suicidan y cavan su propia tumba.
El PRI deambula enfermo de un cáncer que lo corroe, el mismo que termina con Díaz Ordaz.
La situación del PRI se agrava con el Fobaproa, con el error de diciembre, con la deuda externa sofocante, con la celebración del Tratado de Libre Comercio de Carlos Salinas que da ingreso al país al nefasto mundo neoliberal y lo más grave con el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio.
Cuando al fin el PRI va a caer muerto, diez minutos antes de su muerte, el PAN aparece en el año 2000 y toma la estafeta por doce años en donde gobierna la ignorancia, la improvisación, y los gabinetes Montessori, para que el PRI aparezca nuevamente como por obra del demonio y retome nuevamente el poder con Peña Nieto tan sólo para confirmar su diagnóstico, el PRI había muerto, no quedaba nada.
Hoy, los fantasmas del PRI, así como los chilangos lo llaman a la llorona en Xochimilco, recorren el territorio, en pena por no reconocer sus errores, por la sangre derramada, por las traiciones a la patria, por la demencia de olvidar las políticas de bienestar social que lo hicieron florecer un día, por la terquedad o locura de tratar de revivir a un sistema neoliberal que se abandona en todo el mundo.
Así, entre la locura, la demencia y la corrupción, termina el PRI.
Te deseo un excelente día.
